Esta es la historia
de cuando terminaste de romperme. De cuando te vi siendo feliz con otra y de
cuando me di cuenta de que no te había olvidado lo suficiente. Esta es la
historia de todas las veces que me han matado las madrugadas y esperarte. O
esperar, a secas. Esta es la historia de un montón de por qué's y cómo's. De
por qué terminan tan mal, y siempre, mis intentos de ser feliz al lado de alguien. Esta también es una historia de finales. A veces,
incluso, una historia sin principios, sólo con prólogos, que tampoco merecen
demasiado la pena. Y sí, también es una historia de perder cosas. De todas esos
atardeceres que no vimos y de todos esos días desayunando sola. Esta es una
historia de no atreverme, muchas veces, a enviarte por WhatsApp ese "Te
quiero", o ese "Te echo de menos" o es que yo me acostumbré a no
ser nada sin ti, cariño. Y pasará el tiempo, y te olvidaré como a todas esas
personas, o como a todas esas cicatrices, o como a todos esos "Te
necesito" que nunca me dijeron. Te olvidaré, sí, pero hasta entonces qué.
Te lo diré: hasta entonces lucharé contra estas ganas de volver a intentarnos;
lucharé contra estas ganas de querer olvidar que nosotros somos un perfecto
imposible y que quererte tampoco hace tanto daño. Que nada hace daño. Que
quieres pasar todos los años que te quedan haciéndome sonreír, mientras yo me
desvivo por hacer cada momento un poquito más especial. O algo así. ¿Sabéis?,
esta también es la historia de las personas que se enamoran antes de saber qué
es el amor. Y de todas las formas de morir que conlleva eso. Esta es mi
historia y, quizá, no sé, quizá también sea un poquito la vuestra. Pero y qué.
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