martes, 4 de junio de 2013

Y como explicarte,cariño..

Mira, estoy llorando otra vez. Me han dicho que todo lo que luchamos no sirvió de mucho. En realidad, dicen que no sirvió de nada. Y cómo explicarte, cariño, que ya estoy cansado de jugar a un juego en el que siempre termino perdiendo. Cómo explicarte que me pesan demasiado todos los errores que he cometido. Todas las decisiones que nunca tomé, por miedo a equivocarme. 


¿Cómo hemos llegado hasta este punto? Me da miedo abrir los ojos y ver que la única realidad que me queda es una bastante puta. Una realidad que araña la esperanza. Y, hablando de la esperanza, creo que ya me ha abandonado. La vi la otra noche liándose con otro. Ya no creo que vuelva. Al menos, no por ahora. La verdad es que, si volviese, no haría juego con la crisis con la que estoy saliendo. La esperanza le sobra a este abismo en el que me he convertido. 

Mi vida tiene frío. Joder. Yo no merecía nada de esto. Y lo peor de todo es que no encuentro respuestas por ningún sitio. No me queda más que resignarme a que el tiempo pase rápido y lo cure todo, pero va a doler demasiado. Va a doler tanto que estoy pensando darme de alta en alcohólicos anonimos porque, a este paso, me va a entender más la botella que yo mismo. 

Por cierto, Ella también lo está pasando mal, me lo dicen sus ojeras; ya no duerme demasiado. A veces tengo ganas de abrazarla, como si hacerlo fuese a solucionar algo. Ahora mismo los abrazos sólo maquillarían un poco las imperfecciones de este mundo. Este mundo injusto, hijo de puta y cabrón. Este mundo que nos viola cuando quiere. Este mundo que marea de lo rápido que gira. ¡Qué se pare, yo me bajo! Pero no para, sigue girando, siendo vil espectador de la tragedia que protagonizo en el teatro de los sueños rotos. 

Y, nada más, necesitaba contarle a alguien que lleva mucho tiempo lloviendo en mi vida. Y como sé que a ti te gusta entenderme, he decidido escribirte. Sé que es un poco egoísta, pero no me quedan muchas salidas, espero que lo entiendas. Espero que me entiendas. Espero que la próxima vez que nos veamos me des un fuerte abrazo y me digas al oído, muy bajito, todo lo bajito que puedas, que todo saldrá bien. Aunque sea mentira. Yo cerraré los ojos y haré como que te creo, porque lo necesito. Porque la verdad me asusta demasiado. Bueno, cariño, te dejo; llaman a la puerta, a lo mejor es la esperanza.

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