Créeme que me da pena adivinarte en esa sonrisa, sabiendo
que la noche anterior has sido el motivo de la mía. Nuestra historia, más que
casualidad, se basa en una casualidad bastante infame, blasfema y con algunos
tintes psicopáticos; así que supongo que, cuando me buscas o apareces a mi
encuentro, eres perfectamente consciente de que estaré alli, cuando y como tú
me digas, y que el asiento de mi derecha siempre estará libre si eres tú quien
necesita un lugar donde descansar del mundo; del resto del mundo.
Me da pena buscarte y encontrarte en unos años que te
quedan bastante lejos, malgastando su tiempo igual que malgastas el mío, y
malgastando tú la vida que te toca vivir. Nos hablas de confianza, de promesas
y de caminos que has de seguir inexorablemente, porque de ellos depende tu
felicidad y tu integridad; pero te pierdes en el primer desvío, y tienes que volver la vista atrás para saber
por dónde has llegado hasta ahí.
Y ese atrás, ese camino andado, esos adoquines pisados y
ese aire inspirado y espirado; ese tiempo que has pasado caminando; esos
lugares que ahora son recuerdos; esos paisajes y esos descansos; todo ese
pasado,soy yo.
Pero a mí ha empezado a dolerme demasiado servirte como
brújula para que encuentres tu camino. Ya no me parece divertido ser la
estación de servicio donde paras a tomar un descanso para luego poder seguir
adelante. Ya no me reconforta poder hacerte feliz, ni ser la página que no
terminas de pasar porque tiene demasiado contenido dentro de sí. Necesito algo
más; necesito, al menos, ser el próximo destino, aunque luego el rumbo varíe y
vuelvas a desviarte, dejando mi camino a la izquierda, como el cero sin valor
ni significado que todo el mundo descarta.
Por eso quiero decirte que no te sorprendas si algun día,
en mitad de un despiste, te encuentras aturdido y no sabes dónde acudir, porque
las señales que te recuerdan el camino que ya has hecho han desaparecido. Tranquila;
no se habrán ido del todo. Digamos, simplemente, que la maleza ha crecido
demasiado y las ha ocultado a tus ojos. Solo será, cuestión de buscar, de
esforzarse un poco. Porque las señales, seamos sinceras, están ancladas al
suelo que sujeta tus pies, y como seres inertes son incapaces de desaparecer si
no eres tú quien las arranca y se deshace de ellas. Y tú eres demasiado
inteligente como para echar por tierra las pocas oportunidades de volver al
lugar del que partiste.
Sigue avanzando, pero nunca olvides los adoquines que has
pisado, porque gracias a ellos has podido llegar hasta donde estás.
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